Bricoladores y decoradores

Las luces LED ofrecen considerables ventajas en comparación con las formas de iluminar estancias que se han usado hasta hace pocos años. Las luces incandescentes, las tubulares, las halógenas o las compactas han vivido distintos momentos de difusión, pero las LED parecen haber llegado para quedarse. Si en casa contamos con tubos fluorescentes, por ejemplo en la cocina, un baño o el garaje, puede que haya llegado el momento de decantarse por esta nueva tecnología.

Cada espacio de nuestro domicilio, oficina o centro de trabajo requiere una atención única y particular, sobre todo en lo que a iluminación se refiere. Y esta atención estará totalmente condicionada, como es lógico, por el uso al que se destine dicho espacio.

Las bombillas halógenas, como hemos tratado en los primeros posts de esta serie dedicada a la tecnología LED, presentan algunas ventajas frente a las bombillas incandescentes tradicionales; sin embargo, con ellas también mantienen importantes similitudes que, comparadas con las ventajas que ofrecen las bombillas LED, las convierten en bombillas perfectamente (y preferentemente) sustituibles.  

Hemos visto, en el post dedicado a los tipos de bombillas, que a parte de las incandescentes y las halógenas (y de las LED, por supuesto), tenemos otros tipos bastante similares entre sí: los fluorescentes, las bombillas compactas y las lámparas tubulares.

Sin duda, sabiendo como sabemos que las bombillas incandescentes tienen los días contados (en la Unión Europea ya no se fabrican desde septiembre de 2012) y que pronto ya no las encontraremos disponibles en comercios de ninguna índole, ahora es uno de los mejores momentos para plantearse un cambio progresivo en el sistema de iluminación del hogar.

En artículos anteriores ya hemos avanzado algunas de las equivalencias más importantes entre las bombillas LED y otros tipos de bombillas, como las fluorescentes compactas (frecuentemente denominadas, de un modo genérico, «bombillas de bajo consumo») o las incandescentes.